lunes, 12 de junio de 2017

UN CUENTO DE LA VIEJA ESPAÑA


«Un cuento de la vieja España» es un poema del norteamericano Tudor Jenks publicado en junio de 1882 en la revista juvenil St. Nicholas con Ilustraciones de Reginal Bathurst Birch.

El poema esta basado en una leyenda sobre la entronización del decimocuarto sultán nazarí de Granada, Yūsuf III.

Comienza el siglo XV en el último bastión del poder musulmán en la península ibérica, el reino nazarí de Granada. Yúsuf lleva dieciséis años prisionero en el castillo de Xalabania (Salobreña) por orden de su hermano Muḥammad VII, quien le ha despojado de sus legítimos derechos dinásticos. Yūsuf está jugando al ajedrez con el alcaide y el rumbo de la partida le es muy desfavorable. 
—Tu rey está cercado —dijo el alcaide—. La partida es mía.
—La partida no está definitivamente perdida hasta que el juego no acaba —contestó Yūsuf.
—Pero mira, has perdido una torre, un caballo y un peón. Y acabas de perder la otra torre. Además —dijo moviendo la dama— recibirás mate en tres jugadas hagas lo que hagas.
En ese momento, un mensajero interrumpe la partida. Muḥammad sintiendo la proximidad de la muerte y queriendo asegurar la sucesión del trono para su hijo ha ordenado eliminar a todos los posibles pretendientes. Su hermano Yūsuf, que es el legítimo heredero, el primero. Por ello ordena al alcaide de Xalabania que ejecute al prisionero inmediatamente y que le envíe como prueba su cabeza con el mismo mensajero que ha llevado la noticia. Pese a que el alcaide siente afecto por Yūsuf, debe cumplir los deseos del sultán. El príncipe pide permiso para despedirse de familiares y amigos pero le es denegado. La ejecución se emplaza para dentro de una hora.
—Está bien —replicó tranquilamente Yūsuf— hasta que esa hora se cumpla mi tiempo es mío. Sigamos con el juego hasta perder o ganar.
El alcaide, conmovido en lo más profundo por la entereza de Yūsuf y con los ojos anegados en lágrimas, ha perdido totalmente la concentración. Va perdiendo pieza tras pieza y termina recibiendo jaque mate. 
—Ya has visto que «la partida no está definitivamente perdida hasta que el juego no acaba» —dijo sonriente Yūsuf.
 —Lamento que el juego haya terminado —suspiró el alcaide.
 —Ten confianza —replicó calmadamente Yūsuf— aún quedan cinco minutos.
El plazo ha expirado y el verdugo está preparado para cumplir con su trabajo. Yūsuf ya tiene su cabeza en el tajo cuando otro mensajero entra apresuradamente en escena y ordena detener la ejecución. Muḥammad había fallecido el la Alhambra y el pueblo estaba aclamando a su hermano. Yūsuf era el nuevo sultán de Granada.
 —Alcaide —recuerda Yūsuf— la noche nunca llega antes de que se ponga el sol y «la partida no está definitivamente perdida hasta que el juego no acaba».


Tiene todo el aspecto de ser una leyenda ya que las crónicas contemporáneas, como La crónica de Juan II, no hacen referencia al tema al hablar de la muerte de Muḥammad VII, limitándose a decir que falleció «de su dolencia» y que se mandó llamar a su hermano, preso en Salobreña, para ocupar el trono. Los cronistas posteriores incluyeron la anécdota del ajedrez, posiblemente para enaltecer la figura del nuevo sultán. Lo más probable es que Muḥammad falleciera envenenado víctima de una conjura palaciega encabezada por los partidarios de su hermano Yūsuf quien, recordémoslo, había sido despojado de sus derechos de forma violenta por Muḥammad.

Para terminar solo mencionar que en el ajedrez medieval no existía la dama sino el firzān (alferza). La dama no se incorporaría al juego hasta finales del siglo XV. La inclusión en el poema de esta pieza por parte de Tudor Jenks es, por lo tanto, un anacronismo.

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